Incursiones relámpago, estilo Sturmtruppen, en episodios que tuvieron lugar en Andorra y cercanías durante la Guerra Civil española, la II Guerra Mundial y las dos postguerras, con ocasionales singladuras a alta mar, a ultramar y si conviene incluso más allá.
[Fotografía de portada: El Pas de la Casa (Andorra), 16 de enero de 1944. La esvástica ondea en el mástil del puesto de la aduana francesa. Copyright: Fondo Francesc Pantebre / Archivo Nacional de Andorra]

miércoles, 5 de febrero de 2014

El raid alemán de 1943, según los National Archives

De acuerdo: el periodista Joan Antoni Guerrero localizó hace un lustro su rastro en los National Archives británicos, y el historiador Claude Benet publicó parcialmente los documentos en el imprescindible Guies, fugitius i espies. Nos estamos refiriendo, claro, al dosier "confidencial" que generó la célebre incursión perpetrada por la Gestapo la noche del 29 de septiembre de 1943 y que acabó, seguro que lo recuerdan, con Eduard Molné de huésped de los alemanes en la prisión del castillo de Saint Michel, en Tolosa. A Molné, que ejercía aquella inopinada noche de chófer de la red de pasadores que Antoni Forné dirigía desde el mismo Palanques, lo pillaron con cinco fugitivos polacos a bordo, y a todos los capturaron los alemanes. Él tuvo suerte: las gestiones del Síndico, Francesc Cairat, y del obispo Iglesias parece que ablandaron a sus captores, y dos semanas después regresaba a casa. Pero, ¿y los polacos? ¿Qué fue de ellos?

Benet reveló sus nombre en Guies, fugitius i espies -el capitán Alojzy Bokowski, el teniente Jan Daniez, el subteniente Jan Sarnicki, el soldado Cselaw Giejsztowt, y Josef Lewicki, que sólo era civil- y afirma que acabaron en un campo de concentración. Más allá se extiende el silencio. La noche y la niebla. El caso es que el fondo que el historiador alemán Gerhard Lang -ya saben, el hombre que sintió la llamada de Borís Skossyreff- ha depositado en el Archivo Nacional de Andorra es una auténtica mina, y además de nuestro buen rey apócrifo, entre los centenares de documentos andorranos que ha ido recolectando en archivos europeos, rusos y norteamericanos se esconde el cartapacio de cartas, mensajes y telegramas -cifrados, por supuesto- que se cruzaron el consulado británico en Barcelona, la embajada de Madrid y el Foreign Office a cuenta esta vez de lo que los ingleses bautizaron como "German raid on Andorra".

En el Archivo Nacional disponemos de la secuencia completa de los hechos, desde los primeros informes que el consulado remite el 4 de octubre hasta la resolución del caso, el 31 de mismo mes. Bueno, una resolución a medias, porque lo que quita el sueño a los diplomáticos británicos es sobre todo la identidad de los cinco polacos "secuestrados" por la Gestapo. Y no pararán hasta conseguirlas. El caso es que a partir de aquí los National Archives enmudecen. O quizás es que el periplo administrativo de los fugitivos sigue en adelante un camino diferente del de Andorra. Una auténtica lástima porque... ¿no querrían conocer, la suerte -o más probablemente, la desgracia- de aquellos cinco hombres?



Tres de los documentos referidos a la incursión de la Gestapo en Andorra perpetrada el 29 de septiembre de 1943 y que se saldó con la detención de Eduardo Molné y los cinco fugitivos polacos que conducía en su taxi. Los cinco fueron trasladados a Tolosa, y sólo se conoce el destino de Molné, que dos semanas después fue devuelto a Andorra. Fotografía: National Archives / Fondo Lang / Archivo Nacional de Andorra.

Pero volvamos al principio de esta historia: todo empieza con un despacho del consulado con la noticia de que "dos o tres coches con personal de la Gestapo vestidos de civil" capturan la noche del 29 de septiembre y en el mismo hotel Palanques a un hombre conocido como Elias, así como a Fernando Molné [sic] y a los cuatro refugiados que conduce en su taxi. Continúa el informe diciendo que el incidente "ha infringido la neutralidad andorrana y generado indignación entre los andorranos", y que el golpe de mano alemán "pone en grave peligro a los prisioneros de guerra británicos que en número considerable cruzan la frontera para ponerse bajo la protección de un país neutral". Sostiene que la preservación de la neutralidad andorrana constituye para la Gran Bretaña una cuestión "de principio". Además, alerta de que la situación degenere en una ocupación abierta de Andorra -por parte alemana, se entiende- y apara evitarlo sugiere presionando a las autoridades españólas. ¿Cómo? Adviertiendo a Franco que la violación de la neutralidad andorrana provocaría antes o después represalias aliadas en contra de España.

Klisnie desaparece del mapa
El caso es que los diplomáticos británicos no tienen muy claro cómo han de proceder en un caso que implica a Andorra, dada su "peculiar situación constitucional" y la nacionalidad -polaca, ya lo hemos visto- de los refugiados capturados, y que finalmente se inclinan por esta presión indirecta sobre Madrid, para que Franco haga respetar a los alemanes el statu quo andorrano. Una manera muy británica, qué les vamos a contar, de lavarse las manos y endosar a otros el trabajo sucio. En fin, que lo que les interesa de verdad es la identidad de los infortunados polacos: conocida desde el primer momento la de Molné, el Foreign Office insta el 26 de octubre a la embajada en Madrid para que indague los nombres de los polacos. A la mañana siguiente ya tienen el nombre del "más prominente" -así lo denominan los cables- de ellos, este tal Elias que por lo visto es un agente británico, y un alias bajo el que se oculta Alexander Klisnie. Al cabo de tres días más, el consulado envía el telegrama definitivo con  cinco nombres: Bokowski, Daniez, Sarnicki, Giejsztowt y Lewicki- ahora ya sin rastro ni de Elias ni de Klisnie. Tampoco aparece en ningún momento de este abundante y detallado intercambio epistolar el nombre de Nico, el agente doble que delató al grupo de Molné. Ni se cita a Forné ni a Viadiu. Una lástima, pero es que no se puede tener todo.

En fin, que produce una rara emoción tener en las manos documentos que relatan un incidente hoy bien conocido pero que en aquel momento les debía sonar a los burócratas del Foreig Office a cosa remota, casi marciana. Pero ellos insisten, convencidos de que la guerra también se ganaba sabiendo lo que ocurría en la ignota Andorra y preocupándose ni que fuese a la muy británica manera por el destino de seis desconocidos capturados por los nazis. Si tienen un momento, háganse un regalo y pasen por el Archivo Nacional. Es como tocar un pedazo de historia. Aunque sean fotocopias.

[Este artículo se publicó el 30 de enero de 2014 en El Periòdic d'Andorra]

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